El próximo mes de junio se cumplirán cuarenta años desde la declaración de los primeros casos de sida en el mundo. Durante estas casi cuatro décadas se estima que 75,7 millones de personas contrajeron la infección por el VIH y 32,7 millones de personas fallecieron a causa de enfermedades relacionadas con el sida.
En estos momentos la humanidad está sufriendo las consecuencias sanitarias, sociales y económicas de una nueva pandemia y, de nuevo, estamos viendo como las consecuencias de esta crisis se intensifican en las poblaciones socialmente más vulnerables.
Desde las entidades del tercer sector estamos siendo testigos de los efectos devastadores que la actual situación de crisis está teniendo en las poblaciones a las que atendemos, especialmente aquellas cuyos ingresos provenían de la economía sumergida o informal. Los periodos de confinamiento y, en muchos casos, la imposibilidad de acceso a cualquier tipo de ayuda pública está suponiendo que las personas migrantes, las personas trabajadoras del sexo, las mujeres trans, las personas usuarias de drogas, las personas sin techo, y, de forma transversal, todas las mujeres, entre otros colectivos, vean comprometido su acceso a recursos básicos como la alimentación y la vivienda.
Esta situación está afectando a la atención sanitaria de las personas con el VIH y, en general, a los recursos para atender la salud sexual de la población. Durante los periodos de confinamiento, y también en la actualidad, hay diversos factores, como la dificultad de acceso a la atención primaria o la dedicación de las personas especialistas en enfermedades infecciosas a atender a pacientes de COVID-19, que están limitando el acceso a la prevención y el diagnóstico del VIH y otras ITS, a la vez que merman la capacidad de atención sanitaria a las personas con el VIH. Sin duda alguna, esto supone que haya unas inaceptables tasas de diagnóstico tardío cronificadas en nuestra comunidad, como el el informe de 2019 así ya lo demuestra y puede tener un efecto negativo en el aumento de morbilidad en las personas con el VIH. Además, el impacto del COVID-19 ha supuesto, en muchos lugares de nuestra geografía, la paralización de la puesta en marcha o la dispensación de estrategias preventivas recientemente aprobadas como la Profilaxis Pre-exposición y de esta manera evitar el crecimiento del 15% en los nuevos diagnósticos que se han dado en 2019.
También queremos seguir insistiendo en la persistencia del estigma y la discriminación asociada al VIH/Sida en nuestra sociedad. Así, desde el comienzo de la pandemia del VIH, demasiadas personas con esta patología han estado y siguen estando en una situación de auto-confinamiento social y viviendo su realidad desde el aislamiento, la soledad y la ocultación.
Por desgracia en los últimos tiempos estamos observando el retorno de viejos discursos reaccionarios que atentan contra los derechos que tanto costó alcanzar. Vivimos con preocupación el auge de ideologías machistas, homofobas, transfóbobas y xenófobas, ante las que decimos desde la sociedad civil que no vamos a permitir ni un paso atrás .
Somos conscientes de que la pandemia de la COVID-19 está suponiendo un desafío inédito para los gobiernos de todo el mundo y la sociedad global, y desde las entidades del tercer sector estamos redoblando nuestros esfuerzos para, en la medida de nuestras posibilidades, seguir atendiendo a las personas vulnerables. Sin embargo, pedimos que la respuesta a la actual epidemia no suponga un retroceso en los logros obtenidos. Estamos convencidos de que, en unos meses, la ciencia encontrará una solución en forma de tratamiento o vacuna para frenar la COVID-19 y que volveremos a nuestras vidas y que en ellas el VIH seguirá presente.
Por todo ello, en la conmemoración del Día internacional del sida, desde las entidades que trabajamos el VIH queremos decir:
No podemos permitir que esta crisis se cebe de nuevo en las personas más vulnerables y que ninguna persona se quede atrás. Para ello es imprescindible articular mecanismos de protección social que garanticen el acceso a recursos básicos para estas poblaciones
Es necesario garantizar el acceso al diagnóstico del VIH y otras ITS a todas las personas que lo necesiten. En Aragón las cifras de diagnóstico tardío siguen siendo inaceptablemente elevadas. Por ello, el diagnóstico precoz y el inicio temprano del tratamiento son las mejores herramientas para preservar la salud de las personas y prevenir la transmisión puesto que Indetectable es igual a Intransmisible.
Se debe asegurar el acceso a la profilaxis preexposición al VIH (PrEP) a todas las personas que la necesiten en todo el territorio aragonés. Es inaceptable que Aragón sea de las pocas CCAA en las que todavía no se dispensa y existe una alta demanda sobre todo, de los grupos ventana más vulnerables
Manifestamos la necesidad de políticas de prevención especificas a poblaciones vulnerables y una recogida exhaustiva y clara por parte de las instituciones de la recogida de datos de nuevas transmisiones. Queda palpable el aumento de nuevos diagnósticos dentro de la población LGTB+
Las entidades del Tercer Sector y las personas voluntarias somos imprescindibles para articular la respuesta al VIH y el apoyo a las poblaciones vulnerables por lo que se debe garantizar su sostenibilidad.
Es necesario un liderazgo político y compromiso económico que garantice la existencia y la sostenibilidad de la respuesta a la infección por VIH.
Es fundamental fortalecer el Estado del Bienestar. La sanidad, la educación, los servicios sociales y los servicios residenciales para las personas mayores deben estar garantizados para todos y todas. Se está viendo claramente durante este año y durante los casi cuarenta años de pandemia de VIH que la mejor garantía de que nadie se quede atrás, de asegurar la equidad y la justicia social, es a través de unos servicios públicos de calidad
Por todo esto necesitamos la implicación de todas y todos para que no se produzca un retroceso en la respuesta local, nacional e internacional frente al VIH y el sida.
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