Manifiesto del 23 Septiembre: Día Internacional de la Visibilidad Bisexual

El 23 de septiembre de 2024 se celebra el Día Internacional de la Visibilidad Bisexual. Es por ello que las personas bisexuales y de otras plurisexualidades queremos reivindicar, un año más, que todavía queda mucho por hacer para romper el estigma que tienen nuestras orientaciones, tanto dentro como fuera del colectivo LGTBI+.

La bisexualidad está borrada de nuestra educación. Cuando se llega a enseñar diversidad en la historia la gran mayoría de personajes que tuvieron relaciones con personas de más de un género quedan relegadas a personas que estaban confundidas, que pasaban por una fase, o que tenían que mantener relaciones heterosexuales para ocultar su homosexualidad o incluso para ocultar ser lesbianas y es que todavía seguimos enfrentando una forma sistémica de bifobia: el borrado histórico. Cuando se habla de diversidad sexoafectiva la contraposición entre heterosexualidad y homosexualidad y la de cisgénero y transgénero parece ser la única forma de explicarlo dejando de lado tanto nuestra realidad como muchas otras y sabemos que de lo que no se habla no hay conciencia de que existe.

Esta bifobia del sistema se refleja en que todavía los jóvenes siguen arrastrando los estigmas que históricamente se han asociado con la bisexualidad. No quieren tener parejas bisexuales o de otras plurisexualidades porque piensan que estas, no podrán ser fieles tal y como refleja el informe de LGTBIfobia en las aulas 2021-2022 de COGAM donde la cifra asciende a más de la mitad del alumnado destacando, además, que  parte de ese porcentaje está incluso dentro de los que se reconocen a sí mismos como bisexuales. Si no tenemos acceso a una educación que nos ayude a entendernos y a que otras personas nos entiendan, no podremos ser aceptadas y seguiremos sufriendo discriminación constantemente. Según la investigación Estado de la Educación LGTBI+ 2024 de FELGTBI+ un 19,40% de alumnado bisexual reconoce haber sido víctima de bullying. Por todo ello, no es de extrañar el aumento creciente de los delitos de odio que sufrimos tanto las personas bisexuales como nuestras familias y entorno más cercano.

Cuando una persona bisexual es víctima de un delito de odio no solo se enfrenta a las dinámicas y problemáticas que cualquier personas LGTBI+ padece. A todo el odio y la violencia ya sufrida se le suma el miedo a la desprotección por el simple hecho de ser bisexual. El cuestionamiento sobre nuestra identidad y nuestra orientación se sigue en los procesos administrativos y penales cuando denunciamos las agresiones sufridas. De hecho, se nos recomienda que no desvelemos quienes somos (ser bisexual y denunciar bifobia) a menos que sea estrictamente necesario porque ello puede hacer que se desestime todo lo que hemos sufrido y que un delito de odio pase a ser otro tipo de delito ya que, parece que ser bisexual, no es suficiente para que nos discriminen y nos ataquen.

Atendiendo el Estado LGTBI+ 2024 un 55% de personas se identifican como bisexuales siendo sin embargo un 11% de las personas bisexuales las que han denunciado ante la policía frente a un 89% de personas bi que no denunciaron delitos de odio. Un factor importante a tener en cuenta es que cada vez es más común que las personas bi identifiquemos la bifobia en sus distintas formas. Pero no tomemos medidas oportunas ya que, en muchos casos, se nos aconseja que si queremos que la denuncia avance siguiendo su curso natural, es mejor denunciar los hechos ocultando nuestra orientación (bisexual) y diciendo que hemos sido víctima de lesbofobia u homofobia en lugar de bifobia. Todo ello es una muestra más de la violencia institucional incesante.

Esto nos lleva a recordar una vez más las violencias que siguen sufriendo las personas en procesos de asilo internacional donde tienen que ocultar su bisexualidad o plurisexualidad fingiendo ser homosexuales para que no se les excluya del proceso de asilo. Otra situación igualmente discriminatoria en personas con procesos abiertos de asilo internacional es tener que demostrar su bisexualidad teniendo que acudir para ello a personas de su entorno más cercano. Este hecho supone poner en peligro incluso vital a una persona bisexual en su país de origen del que, en muchos casos, huyen. Por tanto, cuando más vulnerables somos y más peligra nuestra integridad se nos exige demostrar que somos bisexuales para acceder al país de acogida o fingir que somos lesbianas u homosexuales para tener mayores oportunidades de salvar nuestras vidas borrando nuestra orientación real.

Esta situación no sólo supone un cuestionamiento constante de nuestra realidad si no también una violación de nuestros derechos humanos. A las personas heterosexuales o de otra orientación no se les piden pruebas sobre quienes son pero a nosotres se nos pide justo cuando cualquier acción que nos visibilice puede ser mortal en el entorno de origen.

Toda esta violencia y bifobia que sufrimos a diario nos pasa factura. Recordemos que en el Estado de Salud de la población LGTB española y discriminación en el acceso a la atención sanitaria elaborado en 2015 se recogía que el 87,5% de los hombres bisexuales tenían pensamientos depresivos diariamente, mientras que en el caso de los hombres homosexuales la cifra es del 70,3%. Una proporción similar ocurre entre las mujeres bisexuales con un 86% frente al de las lesbianas un 75,2%. Y es que cómo no va a estar afectada nuestra salud mental si las agresiones y micro agresiones físicas, emocionales y mentales son una constante en nuestra vida cuando visibilizamos quienes somos. Lo que también nos lleva a un gran problema de autorreconocimiento y aceptación como bisexuales o plurisexuales, lo que conlleva más problemas de salud mental.

Es por ello que exigimos que nuestra realidad sea visible en todos los ámbitos empezando fundamentalmente por el educativo. Si conseguimos que, en los entornos educativos, se hable de la bisexualidad así como de otras plurisexualidades y se consigan ir desmontando todos los prejuicios que llevamos décadas arrastrando, seremos capaces de ver una generación donde la bifobia sistémica sea inexistente o al menos poco significativa. Necesitamos que el resto de identidades y orientaciones que conforman el colectivo LGTBI+ sean conscientes de que siguen participando, aunque sea de forma inconsciente, en la bifobia sistémica que perfora nuestras vidas y empiecen a ser parte del cambio que necesitamos para que se nos acepte plenamente. No podemos seguir tolerando que sigamos sufriendo la discriminación tanto dentro como fuera del colectivo.

Exigimos no seguir siendo la realidad obviada dentro de los estudios y encuestas porque no podemos ser más de la mitad del colectivo LGTBI+ y que cuando se hagan estudios sobre el mismo nuestra participación no llegue en muchos casos siquiera a la cuarta parte. Se nos ignora en muchos casos o bien por falta de interés o bien por los prejuicios bifobicos en los que no se nos considera suficientemente LGTBI+ o porque como “podemos llevar una vida hetero” tenemos la vida resuelta y si sufrimos cualquier cosa es por nuestra propia elección. Si los datos matan los relatos, entonces necesitamos datos que expongan claramente al resto de personas que nuestras realidades no son como se habían imaginado en base a sus prejuicios, necesitamos que se hable de todos los problemas que padecemos por el simple hecho de ser bisexuales o plurisexuales. Exigimos también que se tenga presente en los estudios que se realicen sean del ámbito que sea, que las personas bisexuales y plurisexuales podemos ser también trans y/o personas no binarias entendiendo las distintas discriminaciones que todo ello también acarrea. No todas las personas bisexuales somos necesariamente cis.

Necesitamos que se nos visibilice, necesitamos que nos escuche, necesitamos que se nos reconozca. ¡Necesitamos que el resto se sume a nuestra lucha contra la bifobia!

¡No podemos tolerar ni un segundo más que la bifobia y plurifobia afecte a nuestras vidas!