En el día de las familias decimos claro: «No, nuestras familias no son iguales»

En el día de las familias, SOMOS asegura que las familias LGTBI no son iguales a las familias cis-heterosexuales porque no cuentan con los mismos derechos. La diversidad pasa por entender, asegura la ONG activista, que somos diferentes y lo igualitario deben ser los derechos.

Somos familias que no somos reconocidas como tales por una parte importante de la sociedad, familias en cuyo seno puede haber violencia intragénero y cuya protección a las víctimas no está reconocida más allá de la violencia doméstica o en las que puede no reconocerse la identidad de género y/o la expresión de género y/o la orientación sexual de parte de las personas de la unidad familiar. No somos iguales al resto en esto.

Somos familias con pocos referentes en libros de texto, series de televisión u obras de teatro. Somos familias que tenemos que vigilar a qué partes del mundo queremos viajar porque nuestras vidas y nuestra realidad puede no reconocerse. Somos familias con impedimentos mayores a la hora de adoptar. No somos iguales al resto en esto.

Somos familias compuestas por personas LGTBI, y como tales, no contamos con los mismos derechos, por lo que no somos iguales al resto.

Somos familias que seguimos luchando por nuestros derechos sexuales y reproductivos, especialmente aquellas madres y padres trans, por lo que no somos iguales al resto.

Somos familias cuyos miembros sufrimos una clara discriminación LGTBIfóbica directa, indirecta o por asociación aunque no seamos lesbianas, gais, trans, bisexuales o intersex. No somos iguales al resto.

Somos familias compuestas por dos madres que se nos discrimina para registrar a nuestras hijas e hijos en el Registro Civil si no estamos casadas, o a las que nos pueden poner pegas en el acceso a tratamientos de reproducción asistida si no contamos con una pareja varón. No somos iguales al resto en esto.

Somos familias que hemos tenido que inventar nuevas formas de relación porque el sistema nos excluía, viviendo en comunidad, o con compañeras y compañeros, o que hemos sido o somos poliamorosas o no, y que hemos formado familias desde la sororidad porque la normatividad del matrimonio nos excluía hasta 2005. Y, en esto, no somos iguales.

Somos familias que nos hemos visto repudiadas y pobres cuando nuestras y nuestros familiares han fallecido y no estábamos casadas/os aunque lleváramos décadas viviendo en pareja porque el matrimonio no era igualitario. Y tampoco somos iguales en esto.

Somos familias que desde la sororidad hemos reinventado el concepto de familia. Y, en esto, tampoco somos iguales.

Somos familias que no queremos ser iguales. Somos familias que queremos tener los mismos derechos que el resto de la ciudadanía y, por ello, exigimos que se respete nuestra realidad disidente y que nadie nos normalice. No, nuestras familias no son iguales.