Artículo original de Nacho Fresno para shangay.com
UNA PAREJA GAY ES BRUTALMENTE AGREDIDA POR PARTE DE DOS INVITADOS A UNA BODA AL GRITO DE “MARICONES, CHUPAPOLLAS”. TRAS DENUNCIAR LOS HECHOS EN COMISARÍA, HAN QUERIDO COMPARTIRLO CON NOSOTROS.
Es una pesadilla de las que uno cree que ya no pasan. J.G. y J.L. son una pareja de Valencia que lleva cinco años de relación y una vida abiertamente gay en la ciudad del Turia, pues ambos, además, están implicados en el movimiento LGTB. El pasado fin de semana estaban invitados a una boda que se celebró en una masía a las afueras de la capital. Todo transcurría con normalidad hasta que, ya de madrugada, de regreso, se produjo una terrible agresión homófoba por parte de dos invitados a la celebración.
Cuando llegó la hora de regresar, se organizaron entre todos para ver cómo se repartían en los diferentes coches disponibles. J.G. y J.L. lo hicieron junto con otros dos, que no conocían, que se ofrecieron a dejarlos a la entrada de la ciudad para ya allí coger un taxi. A la altura de la localidad de Paterna se produjeron los altercados. Según nos cuenta J.G., “entre ellos empezaron a decir que se iban de putas y que nos fuéramos con ellos. Cuando les dijimos que no, que además éramos gays y pareja, empezaron los insultos: “Putos maricones, come pollas asquerosos de mierda”. Pararon el coche y comenzaron los puñetazos por parte del copiloto. Luego nos sacaron a la carretera y siguieron con la paliza, a puñetazo limpio. No hay lesiones ni fracturas, pero sí dolores muy fuertes en el oído con posible desplazamiento de mandíbula, como podéis ver en los partes médicos. Luego se fueron y nos dejaron en la carretera. A cabo del rato volvieron y siguieron las agresiones, también por parte del copiloto, pero con la complicidad del otro, pero logramos escapar corriendo y se volvieron a ir. En ese momento yo estaba hablando con la novia por teléfono, que no daba crédito, y escuchó todo lo que pasó en esta segunda agresión. Pero hubo una tercera vuelta, aunque esta vez el chico que conducía intentó suavizar las cosas y medio pedirnos perdón, mientras el otro seguía insultándonos. Logramos escapar y se fueron. Entonces pedimos un taxi que nos recogió”.

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